Malaq, 1102. La hija del rey taifa Badis ben Habús, la princesa Nefissa, es para el linaje real un tesoro de valor incalculable. La Alcazaba, que su padre mandó construir, es testigo de la pérdida de su libertad, impuesta por la arraigada cultura en la que vive la familia. Tras la inesperada y esperanzadora aparición de un desconocido, Nefissa debe elegir entre la tradición y sus propios sentimientos.